3PaM pone palabras a justo lo que pienso, y con su permiso las tomo prestadas.
No me gusta hablar de “mis cosas”. Ni a través de este blog (ya lo sabéis, aunque llevemos poco tiempo “juntos”) ni en general, con mi gente. Me cuesta bastante trabajo soltar lastre. A pesar de esa dificultad, hoy quiero hacerlo aquí.
Yo llevo toda la vida cosiendo, lo hacía de niña para mis muñecas, de preadolescente compartiendo ratos con mi madre, de más mayor para vestir como a mi me gustaba y de mamá y bloguera después.
En esta última etapa, es cuando más estoy disfrutando. Primero porque coser para los demás me satisface más que coser para mi misma. Y segundo porque me permite devolver parte de la inspiración que yo llevo tanto tiempo recibiendo. Ese intercambio de ideas, de proyectos, de conocimientos, de dudas y, a veces, de frustraciones, ata lazos estrechos, invisibles pero extrañamente fuertes. Ese intercambio es la fuerza de este blog.
Y a veces suceden cosas que te quitan esa fuerza.
Entiendo este proyecto como un saco enorme en el que voy metiendo ideas. Éstas vienen a veces de una necesidad cotidiana, muchas otras veces de alguna bloguera brillante, o de una revista o de algo que viste por la calle. Ese saco está abierto para que todos vean lo que hay dentro y también para que tomen prestadas aquellas cosas que querrían tener en sus sacos. Cuantas más cosas salen de mi saco, más ganas tengo de seguir metiendo.
Cuando alguien comparte un post mío en su blog o una foto mía aparece en el muro de Pinterest de una completa desconocida o alguna amiga me dice que aquello que cosí para su hijo le proporciona unos buenos ratos, se me hincha el corazón. Cuando le enseño a alguna bloguera la prenda tan bonita que pude hacer gracias a su tutorial y me contesta con emoción, me pone las pilas para seguir. Y más grande se hace mi saco.
Y a veces suceden cosas que rompen ese saco.
Porque hay gente cuyos sacos sólo sirven para meter pero no echan nada en el saco de los demás. Esa gente te agota la fuerza porque hacen una pequeña mella en un eslabón de la cadena de intercambio. Porque piensan que como el saco de los demás está abierto pueden hacer con lo que hay dentro lo que quieran… y no deberían poder.
Cuando pasa esto, dan ganas de pelear por tu saco para que nadie pueda arrebatártelo. Después piensas incluso en cerrar el saco y no dejar que nadie mire dentro de él… y mientras piensas en estas cosas, dejas de hacer lo verdaderamente importante: coser, cortar, pegar, fruncir, descoser, arreglar, patronar y medir, dejas de soñar, imaginar y crear.
Así que después de una mala experiencia con el saco, voy a dejarlo bien abierto y a seguir disfrutando de la compañía de aquellos que entendéis de qué va todo esto.
Porque esto no va de hacer dinero con los sacos de los demás...
Gracias
3PaM por estar ahí y a todas las bloggeras que compartís ideas o las tomáis desinteresadamente.