Vale la pena prestarles la cámara a nuestros peques, aunque sea una que ya no usemos, o si tenemos una "todo terreno" (de las resistentes a caídas). Me encanta su punto de vista. Aunque después borramos muchas fotos, siempre me quedo con unas cuantas especiales.
Todas estas fotos son del Convento e Iglesia de San Esteban, en Salamanca.
Un clásico: autoretrato. Cada vez que pasa delante de un espejo o cristal, ¡foto! (en este caso, había espejos para que la gente mirara más cómodamente los detalles del techo)
Las cosas vistas
desde abajo.
La família (y las fotos sin cabeza)
Las fotos con cabeza
La curiosidad por los
detalles.
Las fotos
movidas y llenas de vida.
Las
texturas.
Otro clásico:
sus pies y el suelo.
El techo, ¡no se pierde nada!
Eso sí, mejor dejarle la cámara con la tarjeta de memoria vacía, porque los botones son una tentación, y cualquier día le dará por ponerse a borrar fotos.